Parte de la redacción del blog comparte sus primeras apreciaciones sobre la nueva canción de Café Tacvba, como una guía para entender este nuevo lugar en el que nos encontramos con el single de los mexicanos.
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En 2012 El Objeto Antes Llamado Disco revindicaba la experimentación de la banda, en su séptimo larga duración. Ante tal magnitud el miedo se asomaba ocasionalmente. Es casi imposible medir la efectividad de aquella experimentación introspectiva en su último disco, la recepción se dividió en distintos bandos.
2016: el tiempo de la música sintética, los días del hype, un mundo que se destruye a la velocidad de la luz. ¿Cuán difícil es encontrar paz o un diálogo unificador actualmente? Las circunstancias han cambiado pero el panorama-receptivo es el mismo para Café Tacvba con la llegada de Un Par de Lugares, track con el que rompen un silencio de cuatro años.
La llegada de la nueva canción viene a vislumbrar un pequeño alivio en estos días tan polarizados. Un Par de Lugares es eso que muchos deseamos, un susurro de optimismo que va creciendo en gritos de júbilo. Qué mejor sentimiento que encontrar paz cuando las tormentas interiores han causado estragos. He ahí el planteamiento de los mexicanos en este nuevo corte que coexiste con una leve distorsión psicodélica-pop en la voz de Rubén Albarrán.
Tal vez ese par de lugares no nos lleven a encontrar a una persona específicamente, sino actos que necesitamos realizar antes de encontrar la plenitud. La emoción crece con cada vez que escucho acerca de esta utopía sonora en Un Par de Lugares. Alejandro Ortiz
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Después de dos joyas inmarcesibles como Re y Cuatro Caminos, han sido pocas las veces que este cuarteto nos ha sorprendido. Me gustaría equivocarme pero la cosa no parece cambiar con este nuevo lanzamiento. Un Par de Lugares no permite vislumbrar un camino claro hacía la evolución, más bien se convierte en un reciclaje ecológico e inocuo.
Los varios momentos de la canción pueden resumirse de la siguiente manera: guiño al EDM, que al parecer ya pasó su fecha de caducidad sobre la faz de la tierra (Amen), luego las guitarras hipnóticas de la era SINO, los coros buenrollistas de Meme (que ya lo acercan a los efectismos de Coldplay), las letras entonadas por Rubén, entre místicas y melancólicas (marca de la casa), bajos y baterías afiladas para un fin épico que combina todos los elementos, y el resultado sigue siendo el mismo de siempre.
Tal vez el hecho de volver a contar con Gustavo Santaolalla como productor asegure el camino a recorrer gracias a una formula infalible (ya me descubro cantando al compás de Meme, como buena victima del efecto Tacvbo), pero no es el giro propositivo que esperaba. Will Balooni
Tal vez el hecho de volver a contar con Gustavo Santaolalla como productor asegure el camino a recorrer gracias a una formula infalible (ya me descubro cantando al compás de Meme, como buena victima del efecto Tacvbo), pero no es el giro propositivo que esperaba. Will Balooni
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