Gepe - Folclor imaginario (2018)


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No creímos volver a escribir sobre Gepe, en los últimos años su imagen se ha hecho tan distante a nuestros afectos y sus discos más queridos parecían quedarse huérfanos ante la nueva figura de galán y el pop tan radial como edulcorado que ha fabricado en los últimos años. Alegremente, hoy volvemos a ser conmovidos con su cancionero, al menos la mitad de él.

Folclor imaginario viene a nombrar un bello ejercicio de aproximación a la obra de Margot Loyola, gran folclorista chilena, que como Violeta Parra, encontró una voz propia en la recuperación de los cantos populares. En una fácil comparación a los últimos discos de Natalia Lafourcade (uno en que versionó a Agustín Lara y otro, más ambicioso, tributo a sus musas) parte de nuestra redacción veía con sospecha esta nueva intención de Gepe, acusando una falta de inspiración.

Y sí, el álbum parece representar un alto en el camino, un llamado al conocimiento de la raíz más profunda para florecer después vestido de colores propios. En su traje de ingenuo folclorista, Gepe ha sabido elaborar preciosas canciones que trenzan la dulzura de lo orgánico y la imponencia del pop. Sabemos que llegó a tientas y sin academia a la elaboración de sus canciones tempranas, inocencia que iría transformándose, y que hoy en el cumplimiento de esta tarea pendiente, nos confirma que su búsqueda personal en esta década, puede desembocar en las mismas aguas y elevar su nombre al de Margot y Violeta.

Pronto entendemos que este Folclor imaginario no es una colección de covers sino un alegre experimento de descomposición, sampleo y superposición en torno a la obra de Loyola. Gepe se atreve a zurcir sus propias letras y su experiencia a una bella colcha de retazos. 

Así, ¿Qué sacarán con quererme? es hábil respuesta al clásico canto ¿Qué he sacado con quererte?, dulce introducción que en su simpleza rústica sorprende con un arpa que nos acompañará a lo largo del disco, y sin tregua nos ofrece oraciones como “Hoy nace la fortuna / Mi vida, y mañana muere / Así se va olvidando / Mi vida, lo que se quiere”.

Cacharpaya ruge por ser la nueva adoración en el repertorio de Gepe, erigida en una delicadeza instrumental que remite al norte chileno, nos habla de felicidad e infelicidad a un mismo tiempo, y las aceptamos, abrazamos este paisaje en el que conviven montañas y llanuras, rocas y hierbas.



De La vertiente en cambio, mana el dolor sin contención, cada línea compone un bellísimo poema, o una fábula, que desde el inicio sentencia “Alguien ha herido al monte con un puñal”. Conmovidos nos entregamos a tanta elegancia, casi olemos la tierra húmeda, casi nos baña un helado manantial.



Esperanzados recibimos un Canto de amanecida, y tenemos ahora pensamientos de consolación y de cura, vendas blancas, ungüentos de milagro, almohadas tibias. Una canción que en su dulzura crece y crece, se adorna de un coro inmenso que nos eleva y repara. Caprichosamente pensamos en la canción que hace años realizaría Gepe para el programa Tikitiklip, esa tierna Colibrí y la lluvia.


En un pop más directo, Gepe nos regala la bella Joane, inspirada y dedicada a Joane Florvil, inmigrante haitiana que murió en Chile, crudísima historia de la que Gepe extrae este luminoso himno, aquí pasa de la poesía y en prosa nos exige reflexionar sobre la xenofobia y la indiferencia, un gesto que sacude y remata un disco conmovedor.


Hay en el disco otro grupo de canciones que emocionan menos, y preferimos esta vez no mencionarlas, en un afán de conservar únicamente los pasajes que nos han hecho sentir estas cosas tan graves y tan dulces, y nos reconcilian con la imagen de un prolífico artista, a quien ya anhelamos ver de nuevo en vivo, y de quien ahora desempolvamos vinilos y cds para volver alegremente a revivir parte de nuestra historia.


:) :) :) 

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